El fenómeno migratorio del triángulo norte de la Centroamérica (Honduras, Guatemala y El Salvador), tiene raíces históricas y es producto de la integración cultural, económica y política de los países que comprenden esta región.
Desde el siglo XX, y especialmente desde los inicios de los conflictos armados, las poblaciones de migrantes centroamericanos buscaron establecerse principalmente fuera de la región, en Estados Unidos de América, con el objetivo de huir de la violencia y mejorar su situación económica. Con el advenimiento de la pacificación política y social hace ya dos décadas, y la integración comercial de los países, también se comienza a visualizar un fenómeno que ha sido menos analizado, el de las poblaciones móviles a nivel regional.
Durante los últimos diez años, las causas de la migración en la región cambiaran, la principal causa en 2012 eran los motivos económicos. A partir de 2016 la violencia agarro un papel central en el fenómeno migratorio y obliga a millares de familias a desplazarse en busca de protección internacional.
Los dados apuntan para la región de la Centroamérica que es responsable por 90% de las solicitaciones de refugio no México, sigue siendo el lugar de la violencia provocada por las “pandillas” y el crimen organizado, entre 2016 a 2017 representa 68% el motivo principal de la salida de sus países de origen.
Lo desplazamiento forzado se incrementa y al mismo tiempo que la política migratoria restrictiva del gobierno de los EUA deporta millares de personas, muchos con riesgo de regresar a su país, encontran en el México un país de destino y también un grande corredor migratorio para los EUA.
La falta de información de la populación migrante sobre sus derechos y prerrogativas, aumentan la vulnerabilidad y hace del corredor migratorio (México-EUA) un espacio dónde el crimen organizado, el narcotráfico y las mismas fuerzas de lo estado, abusan y cometen delitos graves.
El protagonismo femenino
Las mujeres llevan consigo una fuerza misteriosa, llenas de esperanza y ganas de vencer todos los obstáculos que cruzan sus caminos. No es diferente con las mujeres migrantes que se colocan encamino en la defesa de sus hijos, maridos y luchan por sus derechos y, aunque todo está en defesa de su propia vida. Son luchadoras innatas, aún más cuando son amenazadas o cuando amenazan alguien que ellas aman.
Sacan de su corazón por veces destrozado un grande poder, oriundo una fe encarnada, enraizada, sentida y vivenciada. Al hablar con mujeres, jóvenes o más vividas, todas sin excepción manifiestan lo mucho que están íntimamente ligadas a Dios y la Madre, especialmente a la Virgen de Guadalupe: “todas las mañanas yo vengo acá para colocar mi vida y de mi familia, dando gracias y pidiendo protección. Ella está conmigo siempre”, confirmo la señora Ester que vive en la Casa del Migrante, Ciudad Juárez, México.
Migración forzada
Según el informe anual del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), las mujeres constituyen casi la mitad de todos los migrantes internacionales a escala mundial: 95 millones, es decir el 49,6%.
Los procesos migratorios que emprenden tienen que ver con una huida de la violencia del crimen organizado, de las maras, de la violencia familiar. Son muchas que salen huidas de sus países sin mirar para atrás, experimentan lo peor de la migración, de forma forzada. Lo único que traen son sus deseos de seguridad de si y de sus familiares, sus ganas por proteger la vida, por autonomía y volver a ter tranquilidad. De poco a poco van empoderandose, valientes, capaces de hacer todo para tener paz, junto de sus hijos y un digno trabajo.
Las razones son muy fuertes para hacer con que las mujeres dejen sus actividades para salvaguardas sus vidas y de los sus hijos. Son mujeres migrantes, trabajadoras, luchadoras y guerreras que dejan el poco que tiene por una cuestión vital. El riesgo migratorio es muy grande y violento, pero es la única oportunidad para estar vivas.
Mirian Magdalena, 55 años, hondureña, rostro triste y abatido. Tiene 7 hijos, el más pequeño tiene 27 años, fue fuertemente amenazado y secuestrado y está con ella, huirán del crimen organizado y de la persecución. Otro hijo de 29 años fue muerto por las bandas. El temor se queda cada vez más asustador en su país. Esa mujer tenía una tienda y trabajaba dignamente, hasta ser perseguida y tener que dar todo su dinero a las maras. Ella carga consigo los informes de la muerte de su hijo y del secuestro para confirmar su solicitud de asilo a los Estados Unidos. Dios ha sido su consolación y tiene mucha fe para que todo se queda bien e comienza un nueva vida en Nueva York.
La trata: uno de los peligros
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en todo el mundo “hay 2,45 millones de víctimas de la trata que trabajan en condiciones de explotación. Según se estima, cada año hay entre 600.000 y 800.000 mujeres, hombres y niños que son objeto de trata a través de fronteras internacionales; de ellos, un 80% son mujeres y niñas”. Estas se ven forzadas al trabajo sexual, a las tareas domésticas no legisladas, o a trabajar en fábricas en donde se las explota.
Aunque, la trata de personas constituye hoy el comercio ilícito que ocupa el tercer lugar entre los más lucrativos, después del contrabando de drogas y el de armas, sus utilidades se estiman entre 7.000 millones y 12.000 millones de dólares estadounidenses por año.
Según estimaciones de la OIT, una vez que las víctimas han llegado al país de destino, los sindicatos delictivos obtienen otros 32.000 millones de dólares anuales, la mitad en países industrializados y una tercera parte en países de Asia.
Juana, tiene 24 años, houndureña, mamá de Augusto de 3 años, compartió su experiencia durante su viaje en México. Ella es de Honduras y mencionó que fue objeto de trata y huyo durante una balacera de armas entre la policía y sus secuestradores. Juana se quedó herida com 8 balas y una atravesó su cuello y salió por su ojo izquierdo. Ao hablar de su experiencia traumática las lágrimas goteavan en su rostro, ella no pudo seguir compartiendo su trauma personal.
El sueño está del otro lado
San Ireneo vivido en el siglo II, tenía una expresión muy propia: La gloria de Dios es la vida del hombre “y de la mujer”. La gloria de Dios Padre es la vida de sus hijos, todavía la vida de los migrantes, extranjeros, huérfanos y viudas con especial atención. No hay gloria más grande para un padre que ver la realización de los suyos. Es con esta misma esperanza y confianza en Dios Padre en la Virgen Madre que los migrantes parten en busca de más vida, seguridad y trabajo para “el otro lado”, cruzando la frontera para llegar a los EUA.
No podemos negar toda la crisis humanitaria que en los últimos años ha significado para miles de personas que migran de todas las formas: por tren, carretera, a pie por las montañas, desiertos, caminos difíciles. Sin embargo, hay una fuerza humana y divina que os hace ir en búsqueda de sus sueños, de su meta, de encontrar la “tierra prometida” y empezar a tener una vida nueva, aunque no sea nada fácil de “otro lado”, pero es una oportunidad. Y en esta ruta se percibe una grande familia de los hijos y hijas de Dios que luchan por más vida digna y plena. “tengo ganas de vivir y conocer los EUA, tengo mucha esperanza de concretizar mi sueño y si Dios quiere, yo consigueré”, afirmó Helena, migrante gualtemalteca.
Y así como dice Papa Francisco a las mujeres: “Sus dotes de delicadeza, sensibilidad y ternura peculiares enriquecen el espíritu femenino, representan no sólo una fuerza genuina para la vida de las familias, sino para a realidad de la vocación humana”.
Hna. Nyzelle Juliana Dondé, mscs
Servicio Itinerante- MSCS
Ciudad Juárez, Chihuahua- México